20070608

Decimonovena llamada

sí, cuando uso el Teléfono Rojo me gusta llevar el control también.. aunque a veces lo puedo perder...

me llamó pilar para invitarme a tomar café a su casa. era un viernes de junio, había acabado algún examen y se volvía a pasar el fin de semana al pueblo, pero antes no estaría mal un rápido encuentro... allí me presenté, pero... no pudo ser, el piso de estudiantes que compartía estaba saturado, y no podríamos tener el momento que deseábamos... así que nos tomamos simplemente el café...

la acompañé a la estación, y nos despedimos cuando el tren partió (que pena que ahora eso ya no sea posible, con lo de especial que tenían los andenes para las despedidas y reencuentros)

me dirigí hacia mi casa paseando ya que hacía una tarde magnífica y la calle estaba llena de distracciones para los ojos

de repente el teléfono empieza a sonar. miro quien es y sonrío. no hace ni diez minutos que ha empezado el viaje y me llama, seguramente para continuar la conversación que lleváramos y que hoy ya no recuerdo (con pilar se podía hablar de cualquier cosa y manteníamos largas y apasionadas discusiones (siempre me han seducido las lolitas... mi perdición))

pero sus palabras indicaron que el tema iba a ser otro... me dijo que me echaba de menos, que le fastidiaba no haber podido entregarse como tenía pensado, pero que me compensaría... sonreí y le respondí que sin duda lo haría, que ya me encargaría yo del castigo correspondiente... se negó, lo haría antes

"estoy mojadita", me dijo, "lo noto con mis deditos"

me paré... sentí una rápida erección... ella seguía contándome que no podía aguantarse, que estaba encerrada en el baño del tren, que se había subido la faldita que se había puesto para mí, y que se estaba masturbando, que quería que yo oyera como lo hacía, que pensara que ella se tocaba para mí mientras a su lado pasaba la gente por el pasillo del vagón... fue muy descriptiva y meticulosa... no necesitaba de mis palabras, esa tarde se valía por sí misma...

mis palabras... no me salían... bueno, sí... le ordenaba que se parara, que lo dejara, que iba a cortar la llamada.. sin mucha convicción, así que ella ponía vocecita de niña buena y continuaba con la tortura que me estaba administrando...

y yo seguía andando por la calle, sintiendo la erección a punto de romper el pantalón... notaba como ya fluía por mi pene esa humedad que resulta tan delatora... ¿por qué no me paré? ¿por qué no me metí en un bar? ¿por qué no cogí un taxi y me fui directo a casa? ¿por qué no colgué? no lo sé.. simplemente seguía oyéndola por el teléfono mientras se tocaba, mientras gemía y se corría una y otra vez, durante todo el trayecto del tren hacia su pueblo, durante todo el camino hacia mi casa...

me crucé con una amiga que se sorprendió... no sé si más por mi brusco saludo o si vería mi situación...¡por todos los dioses!, ¡que mancha se estaba formando ya en el pantalón! pero a esas alturas ya me daba igual: yo sólo quería oir a la perra en celo que estaba al otro lado del teléfono, que disfrutaba tanto del placer que sus dedos le proporcionaban como del placer de tener, por una vez, en sus manos a su Dueño

¿pretendes torturarme así? no me dejaré... ¿o tal vez sí?

2 comentarios:

EnfermeraDeNoche dijo...

Se de uno que lo pilló el revisor haciendo según qué en el baño de un tren, dicen que si tardas en salir y no respondes tienen permiso de abrir la puerta por si te ha pasado algo.. :)

Dr. Strangelove dijo...

pues en este caso, durante la hora que duró el viaje, no hubo tal interrupción... estos trenes regionales donde apenas viajan media docena de pasajeros una tarde de verano no precisan realmente de un revisor demasiado atento :)